Antes de aparecer la noticia impresa, la noticia manuscrita se había transformado en una verdadera industria. Los redactores de noticias manuscritas tenían sus informantes y clientes a quienes mantuvieron por muchos años. Más tarde tuvieron que competir con las noticias impresas que llegaban a un mayor número de lectores a precios mucho menores que las manuscritas.
Los personajes de mayor importancia y los empresarios más acaudalados preferían las manuscritas, que en general, eran escritas exclusivamente para ellos, y no pasaban por la censura de las autoridades públicas. La prensa impresa era muy vigilada por los poderes públicos dictatoriales que las sometían a permanentes requisas.
Durante el reinado de Eduardo III en Inglaterra (1342), fundador, con motivo de las fiestas de San Jorge, de la orden más antigua de caballería inglesa. Lawrence Minot fue el “periodista” que tenía que tener permanentemente informado al rey con sus escritos sobre todos los pormenores de lo que ocurría y se decía en su entorno. Su trabajo no sólo brindaba noticias locales, sino también de ultramar, que mucho interesaban al rey que aspiraba –tal como ocurrió más tarde- a proclamarse, también rey de Francia durante la famosa guerra de los Cien Años.
Otro “periodista” contratado para redactar los últimos acontecimientos que se desarrollaban en el reino fue John Fenn quien, mientras duró la guerra de las Dos Rosas, por parte de Lancaster (la rosa roja como emblema) y la de los York (la rosa blanca), desarrolló una destacada labor a lo largo de ese acontecimiento que se convirtió en una verdadera guerra civil entre 1455 y 1487.
Los York representaban a la baja nobleza y los Lancaster a la alta. Con el triunfo de los York aparece una nueva dinastía: los Tudor, que adoptan como símbolo la rosa bicolor, algo parecido a lo que hiciera Domingo Faustino Sarmiento, al pintar de rosado la Casa de Gobierno para satisfacer a los dos importantes partidos, los blancos y los colorados. Unitarios y Federales.
Finalmente se podría citar a Georges Luydgaite que trabajó como redactor informante para el rey inglés Enrique VI que puso fin a la guerra de los Cien Años y luego fue asesinado por orden de Eduardo IV en la Torre de Londres.
Pero no debe extrañar que los redactores de noticias manuscritas cumplieran una labor periodística, ya que hasta la década de 1940, seis siglos después, muchos periodistas redactaban su información (antes que la máquina de escribir y luego la computadora) en forma manuscrita no sólo para un solo lector, sino para diarios de gran tirada.
La noticia manuscrita del siglo XV cobró mayor importancia en Alemania e Italia. Europa era el centro principal de la vida intelectual y social. Sus ciudades se encerraban en una gran nobleza y una burguesía que rivalizaban por el esplendor crecía día a día y esa intensa curiosidad encontró hombres que la satisfacían. Mercaderes de noticias, hábiles para recoger informaciones que ciertos ricos y poderosos personajes no vacilaban en pagar a muy buen precio.
Los redactores de noticias procuraban difundirlas tanto en Italia como en Alemania, dado que los banqueros y comerciantes le concedieron tanta importancia que pretendían tener su propio servicio de información. Más tarde aparecieron los “avissi” destinados no sólo a un cliente, sino a un mayor número de personas.